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Relatos de una loba II

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me sobra, me sobro, me sobrepasa todo lo que quiere a mares salir de mí como tsunamis, qué se hace, cómo se vive así, desbordada por el sólo hecho de mirar matos y flores, por querer besar a más no poder, por querer rodar adentro de los sentimientos como si nuca tuvieran final.....vivir adentro de un cuerpo, tan chiquito y tan gigante en sus efluvios y cortocircuitos, necesitar derretirse, evanescerse, conjugarse con los perfumes de todas las cosas, hacerme viento y pájaro y vuelo al mismo tiempo y decirlo todo, todo el tiempo, todo esto que me sobra y no sé dónde poner, para ser también río que en algún momento a algún lugar llegará....si es que hay llegada, y punto de partida...o seremos sólo puentes atravesando momentos que nunca entenderemos del todo........

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Ir al bosque, comerme los gusanos, descifrarle a los árboles su corteza, hablarles, mirándolos directamente a la savia, lamer el ámbar pegajoso de sus pieles, descalza, enlodada hasta los huesos, saboreando con el alma la belleza de las sombras, los sonidos de la Diosa con sus cascabeles de viento. Quién dijo que debía mirar por la ventana, quieta y muda del otro lado de la raya? Ya salté, hace milenios recorro yegua los bosques y los montes, bebo luz, me baño de rocío y de tormentas, ando sola, meneando mi cola peluda, husmeando sudores, buscando y encontrando mi macho bravío, retozando, jugando, revolcándome entera y encendida en los jugos de la sangre y de las flores.

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Todos mis lugares, los campos abiertos y las grutas, los laberintos y las flechas certeras, los amores carnales o angelicales, los encuentros casuales o las causas perdidas, todos los lugares son míos y los quiero a todos, no arrancaré ninguno de mi abanico interminable, quiero transitarme entera, científica, paleontóloga, buceadora, descubridora de huesos y semillas. Este territorio es todo mío y lo reclamo entero, sin mutilaciones. Me pertenezco y me recorro, me reconozco y me entrego al placer de ser terrenal y vacilante, ancestral, antigua como los dinosaurios, alada como el tiempo, con hondura de pájaro y libertad de trueno, voraz, descalza y suculenta. Me recorreré hasta el final, buscándome, no descansaré, y lo que consiga lo abandonaré, para ser siempre nueva, siempre muriendo y renaciendo, reciclando, aventurando, rumbo a mi desconocido, rumbo a mi ser infinito. No quiero puertos seguros más que por un rato, no quiero certezas que me engorden la mirada, no quiero saber lo que voy a saber mañana, no quiero agarrarte, ni clavarte en mi jardín como una estaca, siempre nueva, siempre despertando al día que amanece dúctil y disolviéndose en un nuevo milagro.

 

Autora: Victoria Aftalión

Nacida en 1966 en Buenos Aires. Criada a sol y barro.

Música de profesión, escritora por naturaleza.

Vivió en Cabo Polonio , el Prado y el Pinar ( Uruguay).

Río de Janeiro ( Brasil).

Hace 17 años echó raíces en Florianópolis y por allí anda hasta ahora, musicando y floreciendo.

Imagen: Escultura de Natalia Zinola

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