Represento el fracaso
Represento el fracaso no interpretado de la maquinaria precisa y óptima,
seca y contundente,
el fracaso que así mismo no se huele
pero al que le dan cuenta de su existencia las demás piezas del engranaje,
las piezas aceitadas que perfuman con sus olores de correcto proceder la historia impostergable, la de la obediencia o lo que es lo mismo, la del perecer.
Constituyo el instante indómito
capaz de dar habida cuenta de que a la hora del ritual, fracasarán las predicciones prematuras ,
estas caerán al suelo como fetos sin ojos,
estarán ausentes las manos que hagan de cuna,
y cientos de velas podrán llorar y chorrearse el cuerpo pero no alumbrará ninguna.
La llama abrasadora del vientre de alguna madre que a todos los pueblos contiene,
enciende los deseos de ayudar a nacer un mundo de encuentros fortuitos,
pero los deseos se tiñen de negro
y la tos de esos pueblos expulsa partículas de conjunciones insólitas,
confluencia entre soles de brazos violeta y bocas subacuáticas que esperan su alimento desde las alturas,
las criaturas que trocan su piel por el terciopelo de los pétalos se conjugan con los ánimos rancios de una vieja que sabrá otorgarle palabras delicadas y suaves con las que mecerá sus orejas
al tiempo que se constituirá como reina del decir que empalaga,
cuasi madre de la lengua llana.
Todo se combina en catástrofe que corta las manos si se la degüella,
allí se agita, y se arremolina la sangre de la belleza,
se concentran escupitajos dionisíacos y amores acobardados de tanto ardor maldito,
la belleza sangra no hay otra forma de que exista, pese a los empecinados de que nada duela.
He fracasado en el intento de hallar una belleza sin venas,
un vino que no sea ruin, una muerte menos definitiva, injusticas y distancias que no ahoguen, o que no hagan quitarse la vista (o la vida).
Vi demasiado jorobado con espíritu de estaca,
demasiado enlutado estando de fiesta, repugnándose de las vísceras del afuera,
por eso junté todo lo que ellos desperdiciaron ,
me fui con las sobras, las desgracias y los despreciados,
intenté conjugar elementos lejanos,
pero fracasé.
Los retazos solitos se fueron arrastrando,
a las migas se aunaron,
a los pedazos de brazos y mechones de pelo se agazaparon,
se zurcieron sin ayuda un pañuelo y un libro,
una taza y un ombligo fueron el barco de los niños del espacio,
conquistadores de las pelusas del pasado.
Un vestido se unió a las alas de un pajarraco y juntos levantaron el monumento a la libertad y al pecado.
Nacía solo el mundo de los encuentros fortuitos,
y yo me fui desplomando,
a mi vientre se plegaron las manos de espectros olvidados,
y los pies se los cedí a una sirena que de hierbas compone su canto,
ya no importa tener brazos, lo importante se sostiene con la fortaleza de una pestaña,
mi beso se unirá al estigma del tiempo,
y es esta boca la que beberá de la belleza su agua colorada.
Autora: Nazarena Luz Jaramillo
Nazarena Luz Jaramillo tiene 23 años y es oriunda de El Maitén, un pueblo cordillerano de la Provincia del Chubut y hace cinco años reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Nazarena escribe desde los 12 años, y en 2015 produjo de manera independiente y auto-gestiva su primer libro de poesía y prosa poética titulado Grietas; hoy en día continúa explorando el terreno de lo poético intentando poder dedicarse exclusivamente a ese proyecto. Su poesía explora la poética desde y de los márgenes, apelando a una sensibilidad visceral y comprometida con lo que se cuenta en las periferias.
Mail: nazarenaluzjaramillo@hotmail.com
Facebook: Nazarena Luz Jaramillo
Imagen: Picasso