Aconteceres
Han retornado con el llanto perfumes y gemidos
que anuncian carencias y tu nombre
-sólo el tuyo-
del otro lado del delirio,
en las fuentes del deseo,
y puedo ver desplegada mi existencia
frente a un bastidor
en el cual rebota el eco de propios reproches.
Quedan restos del mundo
que la caligrafía de un día coronado por la clarividencia
permitió recrear con letras del mañana
-apetecido por la memoria, cuyo trabajo urdió los brotes del milagro-.
Sé que vendrás
empeñada en hacerme volar en tanto la luz encierra latidos
para liberar urgencias
y recobrar estos cuerpos gastados de fatigas pospuestas.
Porque en el momento en que a unos pasos crepitaban brasas
el calor dejaba de ser un sueño
y desnudos,
la distancia al cielo se acortaba.
Porque nos fascinaba acariciar con la yema de los dedos
los reflejos
que la armonía del ansia había grabado en cada uno
con la reciente ausencia,
de noche,
cuando abríamos el alma al reencuentro.
Los gatos, ¿te acordás?
Al punto en que la imprudencia confunde jadeos
los gatos aguardaban
-dueños del espacio contiguo a cada uno,
en cada medianera que marcaba impedimentos-
y su aura ayudaba
a suavizar el chillido de la desilusión.
Aquello formaba parte de un aprendizaje: de entender,
desde lo absurdo,
ese vacío
evitando giros de palabras
a
desparramar
igual
que
hojas
cayendo
frente
al
balcón
donde tus gestos
nos sostenían con refranes a pronunciar
-después de rumores infiltrados
entre despedidas y reconciliaciones-
como escalando
los peldaños
de una pendiente
erguida de revés
a las nubes.
¿Dudas?
Las mismas que llegan al mirar detrás de las cenizas
acumuladas en la gloria
y acercan, con un golpe de brisa,
la imagen de un palacio harto de candiles
vibrando
cuando un ángel desciende por una cuerda tendida en medio de lamentos
y menciona que una esfera de aguamarina
refleja la imagen que -de mí- guarda una maga
-música de violines sonando
ávidos de perdón-.
¿Certezas?
La de una perseverancia
-en parte semejante a la espuma del mar
la cual salpica rocas en la costa
y a cada intervalo, mitigando excesos, revive ramilletes de algas-
casi callada.
Este texto pertenece al libro Exaltaciones, Ed. Linda y fatal, Bs.As. (2016).
Autor: Gerardo Barbieri
Gerardo Barbieri nació el 12 de marzo de 1958 en Lomas de Zamora.
Estudió Periodismo y Letras en la Facultad de Ciencias Sociales de la U.N.L.Z.
Asistió, entre otros, a los talleres de escritura creativa dictados por la Prof. Nora Fragasso en el Inst. Sup. del Prof. Dr. Joaquín V. González, y a los desarrollados bajo la dirección de Rolando Pérez en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A
Facebook: Gerardo Barbieri
Foto de Léia Senem