La escuela
La escuela es el proceso de esculpir las almas.
Da su forma de tornillo a plastilinas inocentes, informes.
Los retos, las malas notas, el boletín
son espátulas de albañil,
desechando las partes que no le gustan para su casa.
Nunca me sirvió la escuela;
no tengo memoria que recuerde lo que no siento.
Solo permanece en mí lo que logra mover la tierra bajo mis pies.
Solo conservo lo que amo,
mientras lo amo.
No entiendo por funciones lógicas sino por instinto de supervivencia.
Aprendo en mi tiempo destinado
como el que se alimenta cuando tiene hambre
o el que corre cuando le persiguen.
Sometido a mis desordenes atómicos es que hago las cosas.
Cuando la luz se presenta en mí
es que puedo ver lo que estoy leyendo;
cuando bajo el puente, es cuando puedo tocar lo que me dices.
Mi tiempo mental no encaja en procesos ajenos.
No es bueno que te pasen la solución del rompecabezas,
mejor descubrir tu camino para armarlo;
aunque coloques al cielo en la tierra o al pez en la montaña,
todo estilo fue error alguna vez.
No hay caminos equivocados,
solo nuevas formas de que hagamos lo imposible.
La verdad, es que nunca necesité saber nada para poder sentirlo todo.
Mi alma, como mujer virtuosa,
solo se desnuda ante quien la vista.
Autor: Hernán Uriarte