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a la intemperie


si volviera, ahora.

si de pronto

escuchara su voz entre los gritos

si viniera a mí con su sonrisa pálida

con ese débil deambular por la calle querida.

si me viera ahora

apoyada aquí, en el silencio, a oscuras,

con las teclas en blanco,

esperando una señal translúcida,

un signo,

que me permita sacar las manos de la madriguera,

los pasos de este camino áspero

donde el amor yace desnudo, a la intemperie,

resistiendo la muerte

frente al sol arrogante de febrero.

pero no, es mejor que no vuelva

que no hable

que no repita mi nombre

con aquella armonía de los tangos tristes.

aquí también hay profanadores de tumbas

hay emboscadas, poesías que agonizan

y muñecas despedazadas

en los andenes de las estaciones.

aquí también está prohibido

oír el trino de los colibríes.

es preferible que se quede

en aquel país de espejos intangibles,

aunque la tarde lo aprisione en las rendijas.

aquí hay carceleros de hierro

que huelen a pantano

que lastiman el alma a dentelladas

y pintan con sangre carteles de sosiego

en las puertas de las jaulas.

no quiero que regrese a esta fogata de huesos,

guarida de los lobos.

no sé si son flores o palabras,

no sé qué crece en la memoria de las piedras

pero es mejor que no regrese.

es mejor que intente un jardín,

una plegaria,

un poema que lo invente, todavía,

con su traje de luces,

con su mirada buena.

 

Autora: Ana Gervasio

Es poeta y editora. Nació en Italó, Córdoba, Argentina. Actualmente vive en Buenos Aires. Publicó La llave en el pico del cuervo, junto al poeta Roberto Esmoris Lara (Linda y Fatal Ediciones, 2011) y su libro de poesía La calle de los pájaros (Linda y Fatal Ediciones, 2015). Participó de la antología Gente Mayor con su relato “El crepúsculo posible” (Cienvolando, 2015). Participó de la antología Poemas de la Resistencia con su poema "Canto compañero" (Clara Better, 2016).

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