Agua caliente (La sirenita)
Ahora nos bañamos en miel, hermosura, en miel, leche y sueños. Y todo es líquido, oh, Eros, todo líquido, me transformo en agua que repta entre las piedras y cae por recovecos, agua que va a mojar sus labios y a beberse su sed, agua, agua caliente entre las piernas, por debajo de las nalgas, entre los pechos; agua encerrada entre los dedos de los pies, por todas partes y también encima de mis párpados, podría morir, podría gritar, trazar una orgía para mí, conmigo sola. Podría caer en el paroxismo y no volver, sacudirme como bajo un manto eléctrico mientras se acaba la noche, el tiempo, diluyéndose las formas cotidianas debajo de la espuma del placer.
Eros, el placer que me cabalga en la sangre, Eros, me amo pensando en él. Me beso, me chupo, un brazo, una rodilla, un hombro, un pezón. Exprimiendo la esponja a reventar, embriagándome del vino de las caricias del recuerdo y del sueño y de los gestos y las miradas que abrieron mi deseo y lo desmembraron.
Quizás él venga, es impredecible, vivaz y hermoso, una llaga deliciosa en la memoria reciente. Pero ahora es la turgencia, la premura, el agua caliente cercándome, el agua caliente que me sale del cuerpo.
Resbalar hacia la desmesura, podría llamarme de ese modo cuando llegue a mí. Porque tengo todo lo que a él incita y arrastra, entonces solemos revolcarnos afanosamente buscando el summum, rasgando las vestiduras de la intensidad y luchando por perder, dado que perder es exquisito.
Amor, qué me provocas, me refriego, me desvelo, amor. Si vinieras a bañarte conmigo aun sería mejor, ocuparías mejor este espacio que intento colmar, saciar, mi vida.
El agua es complaciente y calma, lecho rumoroso en el que reposa mi ansia, líquido que si se me antoja es vino, es leche, es sangre, fluidos, saliva. No quiero salir de aquí, ni secarme ni vestirme ni volver a la normalidad, no rotundamente, no de boca abierta y expectante: no. No deseo regresar de esta muerte deliciosa que me hace sentir viva y entera, volver a los brazos flácidos de la realidad no me place. Me crecen aletas, escamas; el mundo es cóncavo e inconmensurable. Mis branquias se llenan de furor. Podría tocarme hasta la extenuación, tocarme con los dedos de él por obra de la transferencia del sueño.
Tejería una red invisible pero permanente de suspiros y jadeos y anhelos correspondidos, para cazarlo y no dejarlo salir de mí, metérmelo todo, hacerlo parte de mí. O quizás ya lo es y por ello me deseo frenéticamente. Sí, me deseo, me tomo, me convierto así en un otro al que entregarme, en él que es azote y beso y que no me deja ya dormir. ¿Saciedad? ¿La habrá? O será la saciedad la tierra, el suelo que no piso hace…¿cuánto? Pero no tiene importancia el tiempo aquí, esa convención social, esa prisión social…
Como metamorfosear el agua en fuego lento, cocinarme bajo el sabor de un sol fálico, reventar de ansia, derretirme a la luz de sus intenciones…
Mis aletas se abren, se cierran y vuelven a abrirse, boqueo, me muevo, siento, me acomodo mucho más en mí misma. Tal vez él llegue de un momento a otro o, a lo mejor, ya esté aquí. Me recorro. Presiento otro estallido.
Eros, Eros, no permitas que se apague el agua caliente de mi ser, de mi bañera, dame amor hasta matarme, tú, que todo lo puedes.
Autora: Florencia Zárate
Un breve panorama sobre mí y mis textos: Soy un ratón de biblioteca
que trabaja en una, mi vida anduvo siempre entre esos carriles: los
libros, las lecturas, la escritura, los papeles descontrolados por
todas partes, los archivos de word que perdía cuando cambiaba o se
rompía la PC, etc.. No publiqué aun en papel, mantengo una página en
Facebook (tras un breve romance con el Tumblr) en la que posteo cosas mías y de otros que me seducen como lectora, más que nada orientada hacia la poesía pero recurro a otros géneros también. Mi actitud permanente es estar leyendo: palabras, gestos, símbolos, situaciones, todo lo paso por mi tamiz.
Facebook: Florencia Zárate
Página: Deseo textual y otros martirios
Imagen de G. Klimt