Santa Cecilia

Cachonda como la marea
Alta
cabello largo negro
piel de amanecer entre las dunas
imponentes nalgas pulidas por el agua
risueña y generosa como la transparencia de su túnica
revelando sus frondosas tetas
romana, devastadora
estaba enamorada de Dios
y Dios
de ella
-¡Oh, Cecilia! - Gritaban en el pueblo
¡Oh, oh, Cecilia!
Virgen
No era fácil ser ferviente y sabrosa en aquél tiempo
en que los hombres no sabían qué creer
pero discutían acaloradamente que su Dios era el más verga
y no había algo más erótico que creer tener la razón
portar un hacha y tener algo que violar
Cecilia tocaba con idolatría desde el balcón una flauta dulce
rodeándola con sus labios como si fuera el Santo Miembro de Dios: su único amor
Invocaba con ella Su fuerza omnipotente
las sublimes notas viajaban en la humedad de las caricias del viento
cosquilleando, debajo de las túnicas
los hombres excitados sonreían viendo sus penes desenvainarse como espadas
las mujeres escurrían miel entre las piernas olvidándose de sus Dioses
entregándose a la melodía
Su música erizaba los vellos tensando la piel entre las piernas donde se desprende el alma
vibrando como un arpa
armonía perfecta fundiéndose entre dedos ciegos
devorando en braille cada pliegue
Todos querían cogerse a Cecilia o convertirse al cristianismo
para cogerse al Dios que se coge a Cecilia
Intentando descubrir el seductor encanto de sus notas
hervía furor y escándalo en las calles mientras la gente follaba alegremente
sintiéndose poseída
por la intensidad de su música que ocasionaba orgías, que despertaba pasiones desembocando en crímenes
que culminaron en tragedia
Hirvieron a Cecilia ahogándola en humo
Sobrevivió desnuda
ardiente y tersamente exfoliada
cantando una melodía celestial
masturbándose con la flauta que gemía
entre sus labios vaginales
mientras El Santo Miembro de Dios la penetraba
llevándola a la gloria
Los presentes
rindiéndose de excitación
se vinieron vertiendo su semen en la terma
Cecilia ya vaticinaba la venida del Señor
-¡Oh, Cecilia!
¡Oh, oh, Cecilia!
Miles de calenturientos paganos se hincaron declarándose en ése instante cristianos
despertando la ira incontrolable del resto
-¡Oh, Cecilia!
¡Oh, oh, Cecilia!
Y
Ordenaron decapitarla
Le dieron tres hachazos
sin lograr desprender su cabeza del cuello
mientras cantaba con la fuerza y magia de universos distantes
abriendo las piernas y copulando con Dios
uniéndose a Él con frenesí y sin pudor
como se unen todas las moléculas
Siendo tomada por Él
su canto culminó en una belleza conmovedoramente intolerable
haciendo eyacular al pueblo
que cubría de viscosa lujuria
su voluptuoso cuerpo, mientras cesaba:
brillante porcelana que se conservó incorrupta
y desprendiendo un aroma a rosas frescas
por más de mil años después de su muerte
¡Santa Cecilia
Patrona de los músicos, poetas y ciegos
Incorrupta
Virgen y mártir!
La nombraron
quienes no
se la cogieron
Autora: Cecilia Barón Garza
De la cintura para abajo, colombiana y para arriba regia. Nacida en Monterrey el 16 de Junio de 1979. Estudió Diseño Industrial en la UDEM y posteriormente en Leiden University y Design Academy of Eindhoven, Países Bajos.
Recibió la Beca FONECA en 2005 en Artes Visuales, realizando exposiciones: Object Not Found, Alianza Francesa “Mediarte”, Museo MARCO, e intervenciones en espacios públicos de la Ciudad.
Es miembro activo del Colectivo de Escritores #OINK desde abril del 2015, cuyo tallerista es el Poeta José Eugenio Sánchez y asiste constantemente a talleres literarios.
Participó en la Feria del Libro Internacional y la Feria del Libro Independiente (2016). Realizó “Spoken poetry” en RadioUDEM y BiblioBeats de La Universidad Metropolitana.
Ha publicado en Hysteria revista, Fanzine Oink y realizado lecturas en diversos espacios culturales como Salón Morelos, Nodriza Studio, Microteatro, Terraza 27, Gargantúas, y en la calle con altavoces, vestida de monja pedaleando en bicicleta.
Este texto es gentileza de Artis Nucleus
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