La muda
Apuesto en esta feria de grises cuchillas
un vuelo interminable
mi último hueso clavado al pulmón
y ¿a ti?
cartelito dorado
crucificada entre las estrellas
agua de mar.
Apuesto al viento la despedida de las nubes
botella tras botella
lanzadas al viento
sobre la pampa
y tu silueta
que pena en mi mordaza
ángulo de guía que succiona el ocaso
limpio cielo ¿para qué te quiero yo?
cuando disparo amoníaco
y mi convicción es un recuerdo
fresco de ciertas despedidas.
Brújula
cabra desvelada
come de este campo invisible
las únicas flores que me van quedando.
Oh ángel sangrante
encías sangrantes
ojo por ojo
tus manos
tus dedos iracundos tocando mi siembra
tus uñas todas limpias
tu nariz olfateando mi podredumbre
porque sí, estoy podrido
estoy fermentando entre otros muertos
allí, arriba de la cordillera de los andes.
Apuesto a tu generosidad
de manantial extinto y silencio compasivo
a las vueltas que dan sobre mis cielos
tus tauros
tus huesos atravesando los míos
está todo lleno de negra sangre
de plomo y grito
entre el fuego de un segundo que no para
que no deja que empiece el minuto
y te vas, cada día te alejas
mi dócil y pálida máquina de aluminio
hacedora de tintas
manchas en mi cara
con tu sangre paloma
comida por ratas
hasta ahora
tierra fértil ¿para qué te quiero yo?
si todo lo que piso se vuelve fuego
todo fuego y no hay perdón
los inicios fundamentales son también mi pena
el casco recorriendo la brujería
tu sudor aun sobre mi pensamiento
una a una las espinas van quedando atravesadas a mis pies
pero todo se silencia
nada suena
he olvidado tu voz
tu voz pequeña fragua intocable
y en mis campanarios tus cartas
y mis inciertos motines tus oídos fríos de invierno y lluvia
y ya sé que no volverás
y que del cielo solo piedras y gritos
marcando de apoco
el lugar de mi sepulcro.
Autor: Juan Rudolffi
Este texto forma parte del poemario Tu me provocas ganas de caer al mar
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