Los atentados
Habito la calma que la comodidad de las cañerías me brinda; no necesito más.
Me emborracho con el agua bendita que baja por los desagües que ahí arriba construyeron para no tener que lidiar con su propia mugre. Mientras tanto, con mi cola larga, rasco amorosamente el hocico de mi compañera. Me entusiasmo. Subo sobre ella, la trepo, la cabalgo; y gracias a la fricción de la cópula siento cómo se me van humedeciendo los pelos del lomo por el roce permanente con las paredes transpiradas de moho. Me canso y desisto.
No le gusta que me aleje, entonces reclama. Nos atacamos un rato a mordidas hasta lastimarnos y, cuando finalmente dejamos de querernos, pasamos el resto del día masticando la costra de grasa que se forma en las uniones de las tuberías por la acumulación de desechos que la gracia divina nos suministra providencialmente. Todo este caos revestido de suciedad nos constituye.
En cuanto a mí, voy a reconocer que me cuesta moverme y no es por alguna torpeza motriz, pues mis cortas patitas son ágiles y veloces. El problema son los atentados.
Todas las cosas que se mueven atentan contra nosotros, sobretodo ellos, que son los peores y los más peligrosos. Por eso salgo únicamente para una emergencia, cuando no tengo opción; y en esas excursiones por sus dominios debo estar concentrado, manteniéndome alerta para poder esquivar las gigantescas patas con las que quieren pisarme, o las máquinas veloces con las que me persiguen para aplastarme. O sus drogas, los tóxicos con los que me tientan para envenenarme.
Me canso de huir, es agotador.
Sueño que elijo mi propia trampera. No tiene queso ni nada más para ofrecerme que su brilloso metal y su velocidad. No me paralizan los miedos ni dudo. Hociqueo, subo una de mis patitas delanteras a la madera, luego subo la otra y, cuando por fin voy a sentir el golpe de gracia, me despierto agitado a la desesperanza de la cobardía.
Oscurece…
Un nuevo día. Una vez más tengo que salir y esquivar los atentados de esos estúpidos seres instituidos como superiores a mí. Como su mugre y los evito para no incomodarlos. Es una cuestión de supervivencia, no los quiero cerca.
El texto "Los atentados" ya ha sido publicado en mi primer libro de relatos que se llama "Imposibles de olvidar, imposibles de recordar" de Editorial Ciudad Gótica. Declaro bajo juramento que los derechos de publicación no están comprometidos.
Autor: Germán Díaz
Germán Díaz es Escritor y Profesor de Literatura. Nació en Rosario -ciudad en la que sigue viviendo- en 1983. En 2017, su cuento "Filius Noster" fue finalista del V Concurso de relato breve "Osvaldo Soriano", organizado por la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata. En 2019, Editorial Ciudad Gótica publicó su primer libro de relatos: "Imposibles de olvidar, imposibles de recordar". El mismo se consigue en diferentes librerías de Rosario o en el sitio web de la editorial.
El libro tiene página de Facebook donde pueden leerse fragmentos y enterarse de la novedades: https://www.facebook.com/germanleonardodiaz/?modal=admin_todo_tour
Enlace para conseguir el libro desde cualquier parte del país: https://www.cgeditorial.com.ar/narrativa/imposibles-de-olvidar-imposibles-de-recordar/
Mi correo para lectores: germanleonardodiaz@gmail.com