Migraña de lagarto
Amanezco a mitad de la noche el silencio le comenta a mis sienes palpitantes de recuerdos que más les convendría explotar de una vez para pintar con éstos un paisaje de no-esperanza.
Y mi sangre sólida mi cara amorfa mi cuerpo, este cuerpo maltrecho al que he llenado de sustancias nocivas y pajas a oscuras dedicadas a quien sabe cuántas personas que no saben mi nombre.
En mi mesa de noche me abraza una guillotina la misma que decapita papeles en los que escribo notas suicidas que no me atrevo a heredar porque soy cobarde y no me atrevo a vivir ni morir ni cantar ni bailar ni pararme de cabeza para ver la tele desde otra perspectiva.
Las guitarras que nunca toco me miran esperando ser desafinadas.
El tic-tac del reloj a deshoras me anuncia que por cada segundo que pasa estoy más cerca de obligarme a pasar el día como zombie cinético a expensas de los dueños de mi tiempo.
Mi cama es un ataúd y mi epitafio lo escribiré en una foto de perfil para que todo el mundo lo vea.
Siento vértigo al mirar el techo pero no me queda de otra es eso o estar cara a cara con la gente la gente con rostro la gente de orejas limpias la gente que habla la gente climática la gente que no tiene nada peor que hacer.
Me aterra la posibilidad de asustarme.
Calcetines impares en la cabeza de cucarachas que esclavizan ardillas en los parques de atracciones.
Nado en botes de pintura con la esperanza de ahogarme o ser comido por un tiburón de colores.
Estreno ropa nueva recién comprada en el mercado de segunda mano para darme el lujo de presumir nueva imagen mismo sabor insípido a todas las cosas podridas que hay en la casa ya que alguien creyó que yo era un espejo.
O todos son extraños o yo soy el único bicho raro o nadie es nada y todos somos un dominó sin dirección a punto de colapsar.
Podría llenar el basurero municipal con una breve descripción de mi persona.
El olor a perfume barato y metanfetamorfosis vienen acompañando al nombre que alguna vez tuve.
Me convierto en sueño mis lágrimas en vómito cambio la dieta por vértigo servido en porcelana fina.
El rey de corazones es un bufón con tres pies que dice: poesía no eres tú ni soy yo no somos corales blancos a la espera de inquilinos fugaces.
Los zapatos dos tallas menores devoran mis pies con olor a “no quiero saber de ti” pero te busco en las líneas de una palabra sin vocales.
Todo porque tengo escamas y me duele la cabeza.
Autor: Zauriel Alejandro Martínez Hernández (San Luis de la Paz, 17 de Diciembre de 2000)
Publica su primer libro, Crónicas de Sueño y Fantasía (2015) a los 14 años, al año siguiente participa en la antología de cuentos Entre Fantasmas brujas y Miedo (2016), Ganador del Tercer Lugar del 8vo Premio Nacional de Poesía María Luisa Moreno, En 2018 es seleccionado como Seminarista en el Fondo Para las Letras Guanajuatenses Efraín Huerta, ha publicado en algunos medios electrónicos.
Se puede descargar del mismo autor Galletas para suicidas en nuestra Biblioteca den PDF https://www.revistaextranasnoches.com/biblioteca
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