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Se levantó a las seis y tres minutos de la mañana como todos los días desde hacía veinticinco años, siempre antes que sonara el despertador seis y cinco, pero nunca un minuto después. Se quitó la gorra de dormir, se puso la bata floreada que le había comprado a su madre en Grandes Tiendas Sarita. Salió en punta de pie a dejar la basura al compartimiento que estaba en el pasillo al lado del ascensor. Cuando volvió, la pava, ya gritaba el hervor para su té verde sin azúcar, que esperaba en la taza de porcelana floreada sobre el plato haciendo juego y la cuchara de alpaca lustrada, todo heredado de su madre. Se duchó, lavó los dientes dos veces, talco en los pies, calzoncillos blancos, camisa a rayas, corbata, pantalón de vestir con raya al medio, zapatos lustrados, y medias al tono. Mismo uniforme y rutina desde que entró como cadete a la Importadora More Mackormac S.A.

Buenos días Ramón, Buenos días Sr. Mario. Nunca Ramón le pudo ganar en saludar primero. Por escritorio que cruza, escritorio que saluda sin mirar quién está o si hay alguien. Espalda derecha, manos en posición agitando los dedos, vista a la hoja de papel y un movimiento mínimo de los ojos para copiar los balances que enviará a la gerencia con precisión suiza.

Gómez le tengo que comentar algo. Espere el descanso de media mañana. No es por un tema laboral. Entonces espere el almuerzo.

Estaba terminando la manzana cuando se acercó Gutiérrez. Gómez lo que le quería decir esta mañana es que le vamos a hacer una fiesta de despedida a Marisa la contadora, que la trasladan a Canadá. En el parte diario de las actividades de la empresa no dice nada. No Gómez, es que es una fiesta que organizamos los empleados y nos gustaría que esta vez venga. Además le explico, es una fiesta muy divertida, porque hay que ir disfrazado, usted nunca viene, nos gustaría que venga. Dudo que pueda ir. Bueno yo le dejo igual la tarjeta sobre su escritorio, es este sábado a las diez de la noche, no se olvide de ir disfrazado.

¿A que no sabés a quién invité? ¿a quién? ¡a Gómez! ¡¿a Marito Gómez?! ¡sí! Jajajjajajajajaja sos un hijooo de puuuta, no te puedo creer y ¿qué te dijo? Dudo que pueda ir. Jaaajajjaajajja hijoooo de puuuta, y total disfrazado ya está, jajjajajjajjaaj o se disfraza de Dumbo o de Miny Jjajajjjajajajajajaj ¿ya saben los demás? ¡Sí! ¿Y qué dicen? y por ahora el único que apuesta ganador a que va, soy yo. ¡Qué va a ir!

Guardó todo en el segundo cajón, cuando agarró la tarjeta con la dirección de la fiesta, la miró, la hizo un bollito y la tiró al cesto que estaba junto al escritorio.

Comenzó a pasar entre los escritorios saludando con un “Hasta Mañana” sin mirar a quién. Cuando pasaba por uno de los últimos escritorios, la voz de Marisa sonó detrás de su espalda: El sábado lo espero, no se olvide de ir disfrazado, recuerde que no se puede ir de elegante sport. Hizo oídos sordos. Llegó al ascensor y antes de apretar el botón para bajar, volvió sobre sus pasos hasta el escritorio, se agachó y con disimulo agarró el cesto y sacó la tarjeta, la estiró sobre el borde del escritorio y la guardó en el bolsillo superior del saco.

El sábado mientras se bañaba después de hacer su sesión de yoga en el living de su departamento, pensó en ir escuchar al coro en el teatro Municipal. Se vistió con su único atuendo y salió. Cuando subió al taxi, buscaba en los bolsillos el boleto con descuento para la entrada y encontró la invitación, la leyó y aunque dudó, cambió el destino del viaje.

1ro “C”, ¿Quién es? Góóó…mez. ¡Ya bajo Gómez! ¡Ya bajo! ¡Boludooo Gómez! ¡Andá a cagar! ¡qué va a ser Gómez!

La mirada congelada de todos esperando que se abra la puerta al regreso de Marisa, era una sola. La puerta se abrió y Gómez hizo su entrada con el mismo aplomo que las mañanas en la oficina.

¡Nooooo!, Gómez eso no vale. Le dijimos disfrazado. Así que venga para ¡acá! ¡Marisa! ¡Traeme! una pollera, la más grande que tengas, una blusa, medibacha, hebillas y por supuesto, ¡Las pinturas! Entre Caperucitas rojas, Tarzanes, Superman, Batman, Robin y Pedro Picapiedra, lo vistieron y rebautizaron como Malena Gómez mientras le vaciaban copas de champaña en la boca y le tiraban humo de alguno de los porros que daban vuelta entre manos y manos.

Todos esperaban la entrada de Gómez en la mañana del lunes, pero Gómez no llegó. A media mañana ya no importaba mucho la tarea, solo importaba que Gómez no había llegado.

Cerca del mediodía la puerta se abrió y saludando uno a uno, escritorio por escritorio con una gran sonrisa y una mirada penetrante, sobre unos tacones altos y un sacón rojo carmesí, apareció Malena Gómez.

 

Autor: Emiliano Fidel

Formado como actor en la década del noventa. Participando en obras teatrales del Teatro San Martín, El bululu, El teatrón, Escuelas de cine y en giras de proyectos propios con Obras como " El Sr Galíndez" "Papá Querido" "Visita" "Equus" "Todo teatro actuar para vivir" hoy incursiono en la escritura de cuentos y relatos cortos.

Imagen: Foto de Marina Klein tomada en una galería de arte por Villa Crespo

IG @marinakleinx

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