- Desafinación constante –
I
Avellana, te amo, Cecilia, te amo,
Andrea, te amo, Amapola, te amo,
Asfalto que me pisa, te amo,
Desventaja, te amo,
Ir y venir, te amo,
Al inicio planeé esto como una carta de amor
hacia todas las personas que he querido,
pero luego me enamoré del sonido que produce
el viento contra las hojas de los árboles:
Gil, te amo, Gerardo, te amo, Diego, te amo,
Amapola, te amo dos veces,
Avellana, te amo tres veces,
dolor que nuca dejaré atrás, te amo con las uñas de mis pies,
amo reír a toda velocidad,
aunque el ataúd que me guarda se llene de gusanos.
Soy un estertor náufrago
en esta frontera sin ti.
Soy cosas sin ti.
II
Me siento perdido entre tanta urbanidad,
me desorienta tomar diferentes camiones
con la misma ruta y bajar cerca de mi casa
5 días a la semana,
me da vértigo pasar los otros dos días
caminando de un lado a otro,
sin saber qué (ha)ser,
sin saber a quién hablarle
porque últimamente no sé
qué contarle a quien,
ya casi no hablo con nadie,
ni siquiera contigo.
Sé que nadie va a pensar en mi mejor que yo en ti,
nadie va a relacionar mi recuerdo con
las jacarandas que ve desde su asiento en el microbús,
nadie va a pronunciar mi rostro al decir morado
porque el morado es un color aún más nostálgico que el azul,
nadie va a descubrir una canción que le encante
y se preguntará si a mí también me habría gustado,
nadie volteará por la calle
si se le atraviesa un perfume parecido al mío,
nadie me va a jurar amor eterno con Janis Joplin cantando en el fondo.
III
Necesito dejar de buscar boronas en el sillón,
boronas de instantes,
boronas de ti y de mi
viendo una película
mientras me pregunto
si tú también has sentido la piel
cayéndose a tiras
cuando nos miramos a los ojos.
Autor: Zauriel (San Luis de la Paz, 2000)
Autor de dos tres libros y ganador de dos tres premios.
Editor en Awita de Chale. Mira demasiado tiempo el techo.
Redes: @Tlacuachale
Foto de Marina Klein de un mural de Buenos Aires que no sabemos quién pintó
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